domingo, 18 de marzo de 2012

Un solo segundo

 Judith continuaba preguntándose por qué el deseo la acometía cada vez que se encontraba cerca de Lucas. Él había intentado matarla,  no conscientemente, pero ese debía ser un dato irrelevante para ella. Lucas era peligroso y tenía que alejarse de él. Pero se daba cuenta de que huir era lo último que quería hacer, de que el errático y acelerado latir de su corazón no tenía nada que ver con el miedo, y que él era muy consciente de todas las sensaciones que despertaba en su cuerpo cuando la besaba.

 Trató de mantener la respiración estable y se obligó a devolverle la mirada sin amilanarse. Aun así, tuvo que reprimir un escalofrío cuando él atrapó una de sus negros rizos y se lo apartó de la cara.

 -No me tienes miedo- era una afirmación no una pregunta así que Judith guardó silencio, esperando a que continuase hablando- ¿Vas a castigarme con tu silencio eternamente?- su voz fue un leve susurro que la derritió por un segundo, desde luego devolverle la mirada a esos ojos verdes que la escrutaban con ternura, había sido un gran error.

 -Yo...

La puerta se abrió de ponto interrumpiendo lo habría sido muy parecido a una confesión de amor. Apretó la mandíbula y apartó esa idea de su mente, tenía que odiarlo no desear encontrarse entre sus brazos. Con renovada determinación preparó su fría respuesta. Pero al ser conocedora de las noticias que traía el hombre que la había interrumpido, fueron tan abrumadoras que cualquier tipo de determinación en ella se esfumó. En un segundo su mundo se había partido en dos y ya no sabía en quien podía confiar y en quien no.



Angie. 

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