Cae la noche sobre nuestra pequeña ciudad sin nombre, y la locura que la acompaña se apodera de nuestros ciudadanos.
En la primera casa que observamos, una pareja discute gritos. Enfurecidos, van más allá de los gritos, la mujer comienza a romper cosas, sin razón aparente alguna. Mientras, en su habitación la pequeña Susie, llora angustiada escuchando a sus padres, y solo ruega por un poco de silencio.
Unas casas más allá, un hombre se ahoga por la imponente presencia del silencio, en un hogar que habituaba estar lleno de risas, y ahora contempla la posibilidad del suicidio. Lo ha perdido todo, su trabajo, sus amigos, su familia, el coche... todo. Solo le queda ya, esa maldita y escalofriante casa. Dónde en cada rincón lo acosa un recuerdo, de todo lo que ya no tiene, y el silencio es su único compañero de cama. Pero todo eso terminará esta noche, en cuanto dispare el arma que tiene entre las manos. Con el estruendo acabará el silencio y su vida.
Un disparo, se escucha tres calles al este, dónde Fredrie Allen se arrepiente de no haber saldado sus deudas de juego, y escapa airoso de un tiroteo. Decide que esa noche todo cambiará, que dejará todo aquel mundillo lleno de perturbaciones, que aunque es divertido, un día el precio de la factura podría ser su vida. Vida, que él tiene toda la intención de volver a llevar por el buen camino. Pero esa determinación, solo dura hasta que dobla la esquina y sus ojos se posan sobre el escote de la hermosa y voluptuosa Marguerie, quién con una sonrisa descarada vuelve a descubrir en él la sucia necesidad de pecar.
Dos manzanas hacía la izquierda, en una pequeña parroquia, un reverendo da vueltas en su cama, desvelado sin saber que hacer. Un terrible pecado le ha sido confesado, pero si alza la voz y acusa al culpable... romperá el secreto de confesión, romperá sus votos. Y tales males, angustian el corazón del pobre señor, que ya ha tenido varios achaques, y nada le asegura que sobrevivirá al siguiente.
Fuera, en la misma calle, una pobre niña descalza, trata de sobrevivir al hambre y al frío, robando las carteras de los transeúntes.
Al norte, dos rufianes celebran que por fin han conseguido completar su plan del "atraco perfecto" al banco de nuestra pequeña ciudad, perseguida por la locura de la noche.
Nada queda. Solo mencionar una pequeña esquina de la ciudad, donde un niño se divierte relatando lo que hace la gente frente a sus ojos inocentes, tras un telescopio viejo, en su pequeña ciudad, una noche de invierno.
Angie