miércoles, 22 de agosto de 2012

Capítulo 13: Negros Recuerdos.

 Caroline se había acurrucado cerca de la pared de agua, y trataba con todas sus fuerzas de no hundirse en la marea de los recuerdos que Damon había desatado. Extendió la mano dejando que el agua la envolviera en su fino manto, y una imagen lacerada la golpeó con la fuerza de un huracán. Su mano se convirtió en un puño, que dejó caer lentamente y se obligo a mirar dentro de aquellos recuerdos, para poder salir del abismo que se había anclado en su alma.

 Ellas eran unas niñas, habían vivido con su abuela desde el nacimiento de Cristal. Caroline había visto como los vampiros, integrantes de la Sorcen, mataban a su abuela días antes de que sucediera. Al contárselo, su abuela había hecho los preparativos para marcharse de la ciudad, pero en aquel entonces Caroline solo tenía 8 años y sus visiones no eran en absoluto exactas. Las tres habían ido a despedirse de un gatito que habían alimentado durante meses. Cuando volvieron a casa, hallaron a su abuela muerta. Al principio la conmoción las embargó, pero pronto comprendieron que allí no estaban a salvo.

 Desde ese momento, las tres pasaron a vivir en la calle, pues temían ser encontradas por la Sorcen sí dejaban que los tribunales humanos las enviaran a algún orfanato. Entre las tres habían conseguido mantenerse con vida. Alison y ella planificaban pequeños hurtos para conseguir comida. Caroline estaba constantemente atenta a sus visiones, para que ni los renegados descontrolados ni la Sorcen, las cogiesen por sorpresa. Cristal, a pesar encontrarse en la tierna edad de 6 años, las protegía del frío por las noches, mostrando un férreo control sobre el fuego que era capaz de producir. Pasaron así un año, algunos meses con más hambre que otros, pero sobreviviendo al fin y al cabo.

 Hasta que una noche, mientras Alison y ella planeaban como podían hacerse con comida para el día siguiente, Caroline vio como Cristal era atacada por un renegado. De inmediato Alison las teletransportó, a ambas, al lugar exacto donde se encontraba su hermana pequeña, quedándose exhausta.

 Caroline fue la primera en divisar al renegado y usó su poder para congelar al vampiro, antes de que pudiera acercarse lo suficiente a Cristal como para que ella se diera cuenta de lo que pasaba. Lo siguiente que vio Caroline fue como Cristal se convulsionaba, seguramente reviviendo la vida de su casi agresor. Fue lo último que vio en tres días, pues apenas tenía 9 años y la constante energía que empleaba en las visiones, junto con el hecho de haberse visto obligada a congelar a un vampiro, le provocaron grandes fiebres, y durante ese lapso de tiempo tan solo era consciente de que alguien la alimentaba.

 Cuando despertó, Alison había llegado seguida por los vampiros de la Sorcen que las encarcelaron. Al principio, estaban las dos juntas, sin Cristal. Y Caroline le había pedido explicaciones a Alison. Quizá no de la mejor manera, pues el no saber nada de Cristal estaba masacrando su instinto protector, pero le había dado la oportunidad de explicarse. Sin embargo, Alison no dijo nada y cuando habló solo fue para decirle que no podía explicarle sus razones. Aquello le había dolido más que nada. Podría haber soportado cualquier cosa, menos la desconfianza de su hermana. No era estúpida y sabía que Alison no haría jamás algo como eso sin un gran motivo de peso. Ella las quería. Pero su silencio la hirió en lo más hondo, y nunca fue capaz de perdonarle eso.

 Durante los siguientes 3 años, habían sido obligadas a usar sus poderes en beneficio de aquellos que las encerraban. Lo primero que hicieron fue marcarlas y hacerles ver como marcaban a sus hermanas. Alison había gritado, su marca fue grabada en el omóplato derecho, era una rosa rodeada de espinosas zarzas que caían en vertical, no muy grande pero estaba hecha por un hierro al rojo vivo, y dolía como nada que pudiera recordar. A ella se la habían hecho en la parte izquierda del vientre bajo y había vomitado en cuanto la soltaron. Pero la más perturbadora había sido Cristal, a quien se la habían hecho en la parte baja de la espalda, y no emitió ni un solo ruido, sus ojos estaban cargados de dolor y miedo pero sin lágrimas. No exhaló ni un solo quejido, aunque luego tuvieron que arrastrar su cuerpo de nuevo a su aislada celda.

 A Caroline también la separaron de Alison. Fue drogada y atada a una cama para que solo pudiese centrarse en las visiones, ya que el resto de sus poderes habían sido calificados como inútiles o demasiado peligrosos. Y durante todo ese tiempo Caroline solo vio desgracias. Al principio había callado las cosas que podían perjudicar a la asociación, pero como castigo la habían torturado y obligado a ver como sus hermanas sufrían el mismo castigo, así que empezó contar sus visiones con sumo detalle.

 Aún así, podía ver como utilizaban a su hermana Alison y las cosas a las que sería sometida. Nunca había sido capaz de ver el futuro de Cristal y el no saber de ella la corroía por dentro. Cada una de las visiones que tenía sobre Alison fue como una estaca clavada en lo más profundo de su alma, no soportaba verla sufrir. Se había cansado de llorar sin parar y había perdido toda esperanza cuando todo acabó.

 Recordaba bien ese día, había empezado tan monótono como los demás, pero entonces unas llamas que arrasaron con todo, abarcaron su habitación. Caroline no entendía porque no había visto su propia muerte abrasada, y lamentó no poder despedirse de sus hermanas. Pero por extraño que pareciera, las llamas  no la quemaron, parecían evitarla. Caroline no podía usar sus poderes acuosos todavía bajo el influjo de las drogas, así que no entendía porque no había muerto quemada, como el resto de las personas que se encontraban en el recinto. Entonces, en una visión del futuro, vio a Alison junto a un manzano. La imagen hizo que saliera de su habitación, las ligaduras de su cama habían ardido como el resto de la base. Intentó correr pero a su cuerpo le resultaba del todo imposible, hacía demasiado tiempo que únicamente se movía por las noches. Cuando alguno de los vampiros residentes la sacaba a pasear para que sus músculos no se atrofiaran, y el efecto de las drogas tampoco la estaba ayudando.

 Aún ahora, Caroline no sabía cuánto tiempo había pasado vagando por los incendiados corredores. Hasta que llegó a una sala donde encontró a sus dos hermanas, ninguna sana. Allí encontró también la explicación al extraño comportamiento de las llamas. En el centro de la habitación, inmensas oleadas de fuego giraban en espiral rodeando el cuerpo de Cristal. Nunca había visto algo así. Alison y ella empezaron a intentar llegar hasta Cristal, pero fue inútil. Las llamas habían sido provocadas por ella de eso no cabía duda. Sino ni ella ni Alison se encontrarían a salvo, y la estructura del edificio habría cedido. Caroline comprendió que incluso sumida en ese estado de total desenfreno Cristal quería protegerlas.

 Próximo a ellas se encontraba inconsciente un vampiro moreno, que a Caroline le resultó extrañamente familiar. No se preocupó por lo que él podría hacerles, vio claramente que no se despertaría en días.

 Permanecieron en silencio observando a Cristal durante varias horas, en las que Caroline pudo ver lo hundidos que estaban los pómulos de sus dos hermanas. Sabía que de alguna forma habían conseguido evitar que Alison se teletransportara a cualquier sitio, y que no habían dejado explotar su capacidad para crear electricidad. Pero no tenía ni idea acerca de los tratos a los que habían sometido a Cristal. Con el tiempo se había dado cuenta de que la Sorcen conocía a la perfección sus poderes y los de Alison antes llegar allí, pero no sabían nada acerca de los de Cristal. Lo había descubierto al visualizar algunas de las conversaciones entre los vampiros, pero no tenía idea del motivo. Solo sabía que por eso la habían apartado de ellas en una primera instancia, querían estudiarla.

 Cuando salió de su trance y las llamas dejaron de rodearla Caroline y Alison, mediante una especie de comunicación silenciosa se la llevaron.

 Alison las telestransportó a una azotea de las afueras de Carolina de Norte donde habían estado solo una vez de pequeñas. Cuando Cristal despertó parecía estar recluida dentro de su mente y eso las aterraba. Cristal había crecido muy poco en esos tres años, al contrario que ella y Alison que incluso habían empezado a desarrollarse. Sin embargo solo tenían solo 12 y 13 años, y estaban asustadas, tenían miedo de que volvieran a encontrarlas.

 Cada vez que Alison recuperaba las fuerzas saltaban a un sitio diferente, y un día en Bangor, Cristal volvió a ellas. No era la misma de antes, pero al menos hablaba y se daba cuenta de las cosas que pasaban a su alrededor, aquel lugar había traído la vida hasta Cristal. Ninguna fue capaz de preguntarle qué era lo que había pasado el día del incendio, temían que volviera a recluirse en su mente.

 Cristal veía el mundo con nuevos ojos, pero su carga era mayor que la de sus hermanas, pues cada día tenía que sobrellevar sus recuerdos, los de sus hermanas, los de la gente que iba conociendo y las que ya había conocido. Hasta ese momento, tanto Alison como Caroline habían sido ignorantes de lo que eso debía suponerle.

 Cuando Cristal fue consciente de la tensión entre sus dos hermanas mayores, intentó arreglarlo todo y quiso contarle a Caroline lo que había pasado. Alison se había enfadado y Caroline no dejó hablar a Cristal. Le explicó que eso no era lo que le importaba, le hizo entender que era lo que todavía dañaba su corazón y le pidió que no le contara nada. Porque sabía que sí se lo contaba ella y no lo hacía Alison el lazo que la unía a ella terminaría de romperse. Entonces Cristal le pidió a Alison que hablara con Caroline, pero no obtuvo ningún resultado. Al final se rindió, pero eso la hizo volverse más taciturna y ambas hermanas se inquietaron por igual. Acababan de recuperar a Cristal y no querían perderla de nuevo.

 Una noche, sorprendiéndolas desmesuradamente, Cristal lloró apoyada contra la ventana, no sabían cómo actuar. Pero entonces ella, hablando en tan solo unos susurros, les explicó que era lo que había desatado su fuego sin freno. Había visto al hombre que era su padre. Al parecer eso había hecho salir de lo más profundo de su subconsciente, la historia de su madre y la había hecho perder el control de todo. Cristal les explicó que ninguna de las tres tenía el mismo padre y no añadió nada más. Nunca volvió a salir el tema y jamás intentaron presionarla para que dijera más. Simplemente cuando Cristal se hizo mayor y cada una encontró una forma de ganarse el sustento, se separaron, hasta ahora. Nunca había perdido el contacto con Cristal, pero si con Alison. Y ahora estaban las tres allí, Caroline no podía creérselo.

 Unos golpecitos en la puerta la sacaron de sus recuerdos. Cristal apareció en la puerta con una humeante taza de chocolate entre las manos y su imagen le arrancó una pequeña sonrisa. Cristal le pasó la taza y se acurrucó contra ella.

 -¿Sabes qué es lo que va a pasar ahora?- preguntó tras unos minutos en profundo silencio.

 -Va a haber una reunión otra vez- Caroline tuvo que inspeccionar sus visiones para poderle dar esa respuesta.

 -Sí, porque he decidido que voy ayudar en esta guerra.

 -¿Por qué?-el miedo estaba impreso en su pregunta, Caroline no deseaba ver a su hermana pequeña envuelta en todo aquello.

 -Porque es importante- hizo una pausa- si algún día tengo hijos quiero que vivan mejor que yo, y para eso necesito un mundo mejor. ¿Me ayudaras a conseguirlo?

 -Siempre-no necesitó pensárselo dos veces, pero después de esa decisión, la embargó la necesidad de llevar la conversación a temas más ligeros- ¿Por qué no se lo has dicho directamente a Erin? Veo como acosan a preguntas al vampiro al que llaman Luca.

 Sin saber por qué una sonrisa se dibujó en ambos rostros.

 -Luca me gusta, pero Erin no.

 -¿Por qué te gusta Luca?

Cristal estiró la mano para alcanzar el agua que seguía cayendo.

 -Porque es sincero y bueno.- la mirada tierna que le dirigió Cristal nada tenía que ver con lo que estaban hablando. Iban directa a Caroline, a intentar proporcionarle consuelo, así se lo hizo saber cuando al terminar la frase le acarició el rostro con una de sus pequeñas manos.

domingo, 19 de agosto de 2012

Capítulo 12: Sorcen.

 En una de las áreas de descanso que según tenía entendido no eran vigiladas, porque solían ser utilizadas por las compañeras de los integrantes del Círculo, se encontraba Damon tratando de poner en orden sus ideas.

 Recordaba haber ayudado a desmantelar la asociación Sorcen, que se había librado muchas veces de la justicia gracias al Consejo. Los líderes de esa asociación capturaban oráculos con poderes útiles y las usaban de la peor de las formas. Eran capaces de cualquier cosa por obtener lo que querían de ellas.

Damon había visto alguna de sus cámaras de tortura y las grabaciones de su uso, recordaba haberse horrorizado con lo que había visto. Algunas de las oráculos que habían entrado en esas cámaras habían sido demacradas tanto a nivel físico como psíquico.

 Damon sabía que las más fuertes eran violadas y obligadas a concebir. Los niños eran apartados de sus madres al nacer y solían ser más fuertes de lo normal. Las niñas eran criadas hasta que se descubría su potencial, si eran consideradas aptas acababan encerradas como sus madres, si no lo eran las catalogaban como inútiles y eran asesinadas.

 Mason había sido uno de los más interesados en desmantelar a la Sorcen, aunque para ello hubiese tenido que dar una impresión totalmente opuesta al resto de la sociedad vampírica. No culpaba a Caroline por pensar lo peor de él, así es como lo veía la mayoría de la sociedad.

 A pesar de los esfuerzos de Mason había sido casi imposible dar con la pista del paradero de ninguna de las bases de la Sorcen, que estaba bien protegida por los altos líderes del Consejo, a los que esa asociación les daba generosos ingresos y facilidades para adquirir grandes cantidades de  poder. Pero hubo una gran explosión en una de las bases que usaban. La potencia de la explosión dejó sin vida a todos los vampiros que se encontraban allí en ese momento, exceptuando a uno, aunque su supervivencia no tenía lógica alguna pues había estado en el centro de la explosión. Dos o tres oráculos también habían sobrevivido, pero sus mentes habían sido tan dañadas que no quedaba ellas nada más que la locura. La estructura de la base y algunos ordenadores había quedado intactos por pura suerte.

 Mason había hecho un gran trabajo al recopilar todos los datos de la base. A partir de ese momento, cada una de las bases había caído gracias a él, hasta que no quedó ninguna. Damon le había ayudado, pues ya entonces lo respetaba y lo tenía en muy alta estima. Mason le había abierto las puertas de su casa después de la muerte de su madre en sus brazos y el rechazo de su padre.

 Se preguntó qué clase de cosas habría vivido Caroline en alguna de esas bases. Ella no había querido contarle nada sobre lo ocurrido y le había pedido que se marchara. Él no había tenido la intención de hacerlo pero su expresión abatida le venció y decidió complacerla, aunque hacerlo le había conllevado un considerable esfuerzo, no quería dejarla sola, pero respetaría sus deseos.

 Dante entró en la habitación sacándolo de su cavilación y tomó asiento. Damon reparó vagamente en la agitación de su amigo e hizo un esfuerzo por volver al presente. Dante se había sentado enfrente de él sin mediar palabra.

 -¿Has averiguado algo?- su voz sonó roca y Damon se aclaró la garganta.

 -No sé cómo habrá sido tú interrogatorio, pero yo jamás me había topado con algo tan sorprendente- una nota de retorcido humor se dejó entre ver en su voz- No te va a gustar lo que he averiguado.

 -A ¿no?

 -No- la diversión se borró de rostro de Dante y sorprendiendo a Damon este no parecía tener ganas de añadir nada más.

 -¿Qué te ha dicho la pequeña?- la reticencia de Dante le estaba empezando a preocupar. De pronto, recordó su conversación con Caroline y el abrasador instinto protector que se había despertado en ella cuando se mencionó a Cristal- ¿Qué es lo que le ha pasado?

 -Nosotros, todos nosotros, eso es lo que le ha pasado.

 -¿Qué quieres decir?- algo no andaba bien.

 -Ella ha visto nuestras vidas.-hizo una pausa mientras evaluaba la reacción de Damon, quien le devolvió una mirada estoica esperando a que continuase- al revés que Caroline ve el pasado, y hoy a sufrido una sobrecarga.- un brillo que Damon no alcanzó a comprender apareció en su mirada- Siete vidas son muchas vidas.

 Damon trató de asumir todo aquello con la mayor celeridad posible. La más pequeña de las hermanas era lo que, en un mundo donde la información es poder,  se denominaría como la mayor arma con la que se había encontrado. Esa niña poseía todos sus secretos, eso le perturbaba, no quería que ella le temiese. No les convenía tenerla en su contra.

 -Entiendo.- había visto el potencial de sus hermanas y no había subestimado a Cristal en ningún momento, y menos, después de ser testigo del sólido pragmatismo que la envolvía.- Mason ordenó el ataque, está siendo chantajeado con algo que tiene relación con Rubí- hizo una pausa dándole tiempo a Dante para aceptar su afirmación, pero sin esperar a que la furia se anclara en él- Caroline fue atrapada por la Sorcen y lo más probable es que sus hermanas también.- en silencio Damon vio como Dante procesaba toda la información.

 -Y nosotros las hemos vuelto a enjaular, esto no me gusta.- a Damon tampoco pero Dante no necesitaba una confesión oficial para saberlo.

 Ambos se pusieron en marcha sin pronunciar más palabras. Buscando a alguno de los integrantes del Círculo, necesitaban saber cómo dar el siguiente paso. Llegaron hasta una cocina y se encontraron a Cristal sentada junto a un joven vampiro. Al oírlos entrar ambos levantaron la cabeza y centraron su atención en ellos.

 -Luca me coges otra taza, por favor- la simple petición de Cristal los cogió desprevenidos a todos.

 El muchacho se levantó, cogió una taza del mueble de la cocina y lo colocó encima de la mesa donde Cristal se había apoderado de la tableta de chocolate y había empezado a partirlo en onzas. Cuando terminó depositó todo el chocolate en la taza que atrapó entre sus manos, y todos fueron testigos de cómo el chocolate se fundía en la taza hasta volverse líquido.

 -Me tengo que ir.

 -No puedes marcharte del recinto- los vivaces ojos verdes del joven estaban llenos de alarma, pero aún así Cristal le dedicó una pequeña sonrisa.

 -No pensaba hacerlo, pero mientras tú hablas con los demás yo no tengo por qué quedarme en la cocina.

 Y dicho esto, se abrió paso entre él y Dante con la taza en la mano y se apresuró a salir de la habitación. Damon comprendió su actitud, en cuanto vio que iba en dirección a la habitación donde él había dejado a Caroline. Se volvió para interrogar al muchacho, pero tuvo que esperar a que Cristal se perdiera de vista al girar en la esquina para recuperar tanto su atención como la de Dante.

viernes, 17 de agosto de 2012

Capítulo 11: Confesiones.

 Luca volvió a su puesto después de estar presente en la aireada discusión entre Erin y Ulrik. Inspeccionó las imágenes que le mostraban las cámaras de seguridad del recinto y se relajó al no encontrar cambios.

 A Erin lo había disgustado mucho que Ulrik le juzgara y le había ordenado que fuese en su busca antes de empezar la reunión con Damon, Dante y las muchachas pero solo era una excusa para que se marchara de allí, aunque todos sabían que Erin no necesitaba ninguna excusa.

 Luca tenía prohibido exponerse demasiado, porque era el único de los integrantes de Círculo, en Boston, que sabía utilizar ordenadores. De hecho había estudiado para ello, y además era él más joven con tan solo 20 años. Ulrick le caía bien pero sabía que probablemente se había merecido la reprimenda pues era un hombre difícil.

 De pronto, una de las cámaras le mostró como una menuda morena con grandes ojos claros, salía de uno de los cuartos que no estaban siendo utilizado hasta ahora. La reconoció como la menor de las hermana de Alison, estaba al tanto de los poderes de las tres hermanas y está era la que más le había llamado la atención.

 Cristal alzó la vista, mirando directamente a la cámara y le indicó con gestos que se dirigía a la cocina. Se quedó totalmente atónito, sabía que ella debía conocer su existencia  porque lo había visto en las vidas de sus compañeros, pero no había esperado que tratara de facilitarle el trabajo. Intrigado él también se dirigió a la cocina.

Cuando llegó la encontró tratando inútilmente de alcanzar una taza del mueble de la cocina, y Luca se dio cuenta de que ella no debía de medir más de un metro y cincuenta. Se acercó, le cogió la taza y se la entregó.

 -Gracias-dijo Cristal y le sonrió.

 Acto seguido y como si se encontrase en su casa empezó a hacerse café. Mientras esperaba le miró esperando a que dijese algo, pero Luca no sabía que podía decir. Ella inclinó sutilmente la cabeza y Luca se sintió expuesto al recordar que ella estaría contemplando toda su vida en ese momento.

 -¿Por qué has venido aquí si no querías que viera tu vida?

 La pregunta le sentó a Luca como una bofetada del todo inesperada.

 -¿Cómo...

 -No eres él primero que se siente incomodo conmigo.-musitó Cristal sin dejarle continuar. Le mantuvo un momento la mirada y luego se volteó para sacar el azúcar del mueble y una cuchara de un cajón, mientras esperaba a que se hiciera el café.

 Luca la observó totalmente hechizado por la delicadeza que mostraba en cada movimiento, y se sintió perturbado por haberla rechazado de esa manera, por algo que ella no podía controlar.

 -Lo siento.

 Una tímida sonrisa reapareció en el rostro de Cristal.

 -No hace falta que te disculpes ¿Quieres café?

 Él negó con la cabeza y cuando ella sentó en la mesa con su humeante taza, se tomó la libertad de sentarse a su lado.

 -Cuando dices que no soy el primero, te refieres a que hay mucha gente que sepa cuáles son tus poderes.

 -Hasta esta noche solo lo sabían mis hermanas y una pequeña familia con solo dos integrantes.-le informó Crital cogiendo una onza de chocolate de la tableta que había encima de la mesa.- Ahora también lo sabe el Círculo y Dante, así que pronto lo sabrá también Damon.

 -¿Nadie más?- preguntó Luca sorprendido.

 Cristal bebió un pequeño sorbo de su café y su mirada se torno distante por un momento.

 -Hubo más personas que lo sabían pero ahora están muertas,- su voz era tan solo un susurro-bueno excepto...- Cristal titubeó- mi padre.

 Luca sintió que el tema empezaba a afectarla de alguna manera.

 -¿Cómo es para ti?-preguntó Luca, cosa que hasta ese momento no se lo había planteado-Eso de ver las vidas de los demás.

 Cristal se encogió de hombros pero su mirada había vuelto a ser cálida.

 -Algunas vidas me hacen daño físico, pero por lo general las llevo bien-hizo una pausa para saborear su magdalena- las peores son las de mis hermanas.

 Luca se quedó totalmente sorprendido con su confesión.

 -¿Por qué?

 Cristal dejó la magdalena encima de la mesa, se giró y lo miró directamente a los ojos. Luca se quedó inmóvil sin saber qué hacer.

 -Porque ellas me importan mucho, y su dolor me afecta directamente, a mí. Pero no se lo digas o se pondrán tristes y yo no quiero eso.

 -¿Porque eres tan abierta?-preguntó Luca realmente interesado, no comprendía por qué le decía todo aquello sino quería que lo supieran sus hermanas, parecía una confidencia muy privada.

 -No lo sé, a veces tengo la sensación de que le debo eso a las personas que me rodean, porque yo sé todo de ellas, pero ellas de mi no saben nada.

 Su afirmación lo consternó profundamente, hasta que llegó la cólera.

 -No me debes nada, yo no he hecho nada por merecerme esa confianza- explicó Luca reprimiendo su repentina culpa teñida de rabia.

 -Pero necesito confiar en alguien aquí, se cosas que debéis saber- afirmó Cristal con convicción.

 -Y ¿Por qué yo?

 -Porque no quiero contárselo a Erin.

 Luca se agitó Erin era su líder y su lealtad le pertenecía a él, no solo por el hecho de ser el líder sino porque él le debía mucho a Erin y ella tenía que saberlo. Frunció el ceño.

 -Pero yo sí se lo contaré a Erin.-dijo Luca esperando su repuesta.

 -Lo sé, pero no lo haré yo.

 Eso lo desconcertó más de lo que había creído posible.

 -Verás yo...- Cristal cogió su taza y dió un buen trago de café, con mucha parsimonia antes de suspirar y continuar.- no vine aquí por casualidad, lo que pasa es yo... he visto al Antiguo al que estáis buscando y creo que sé a dónde ha podido ir.

martes, 14 de agosto de 2012

Capítulo 10: Trapos Sucios.

 Llevaban 20 minutos en absoluto silencio. Sin más entretenimiento que mirarse el uno al otro o inspeccionar la pequeña habitación que les había sido asignada, a pesar de la reticencia de Alison. Caroline llevaba un rato fascinada observando la pared de agua que separaba esa habitación de la siguiente, el agua caí rápida y vertiginosamente impulsada por alguna clase de motor. No podía parar de preguntarse por qué habían sido tan temerarios como para meterla allí. ¿Era alguna clase de provocación? ¿Una especie de muestra de que no la temían? ¿Estaba tan aburrida que no hacía más que sacar conclusiones ridículas? Le pareció que ese último era el caso, aunque ciertamente, se podía interpretar como una provocación.


 Apartó la mirada harta de sus frustrantes pensamientos sin sentido. El tono azulado de las paredes le daba una sensación de confort a la habitación y en una esquina había una mesa caoba, en la cual reposaba una fuente decorativa en funcionamiento, alzó una ceja dorada y comprendió que habían elegido esa habitación apropósito ¿Se pensaría Alison que así la estaba ayudando en algo? Suspiró, era absurdo. Pero entendió que ese era exactamente el motivo por el que estaban allí. Meneo la cabeza y observó que también había dos sillas, una estantería con libros y unas escaleras de pizarra en forma de caracol, donde ella se había sentado, que conducían a lo que parecía un cuarto oscuro para revelar fotos. Claro que podía estar equivocada, no había subido para comprobarlo.


 Damon apoyaba la espalda contra el pilar de la pared como si tratara de sostenerlo. Había cruzado los brazos sobre el pecho y no había apartado la mirada de ella en ningún momento. Caroline se preguntaba si su ininterrumpido silencio se debía a que ambos eran conscientes de que ella podía usar todo el agua de la habitación contra él. Aunque la verdad era que no la necesitaba, podría crear agua aunque se encontrara en un desierto. Decidió que ese no era el motivo por que seguían sin hablar, no creía que ese vampiro fuese tan fácil de amedrentar, y mucho menos cuando su mortífera mirada no se apartaba de ella. En un intento por acabar con su aburrimiento decidió echarle un vistazo a su futuro.

 El increíble torrente de imágenes sobre lo que podría pasar la abrumó. Sorprendida trató de estabilizar un poco aquel cúmulo de posibilidades creando una especie de patrón, y de pronto comprendió el por qué la presencia del silencio que los envolvía.

 Damon no parecía capaz de decidir que le preguntaría primero, cada visión nueva era una pregunta distinta que daba paso a una amplia red probables futuros. Caroline empezó a clarificarlas preguntas entre las que no tenían sentido, las que eran complicadas de responder y las que rezaba porque no realizara.

 -¿Qué has visto?- preguntó Damon que debía de haber notado un cambio en su actitud y ahora se mostraba tenso, mientras que la cautela asomaba en sus hipnóticos ojos dorados.

 -Tu indecisión- murmuró dejando entrever su frustración, tanto por la espera como por la inquietante fascinación que le provocaban sus ojos.

 -¿Qué quieres decir?-preguntó Damon frunciendo el entrecejo.

 -Te veo preguntarme muchas cosas sin declinarte por ninguna en especial.

 Damon se limitó a asentir.

 -¿Por qué aceleraste las negociaciones? Eso no te incumbía, y por lo que me has dicho si hubieses esperado tal vez la situación se hubiera volcado a tú favor.-dijo Damon observándola atentamente en busca de alguna reacción.

 -Lo sé, pero no podía esperar.

 -¿Por qué?

 Caroline sopesó la pregunta, mientras libraba un debate interno sobre si debía ser sincera o no. En realidad no habría podido ver ninguna otra opción, al menos no con Cristal allí, si había llegado a tener esa visión era porque no había otra alternativa posible. Pero no quería explicarle a Damon por qué no podía ver el futuro de su hermana pequeña. Ella sabía que Cristal necesitaba salir de allí, y eso era lo único que le importaba cuando decidió interrumpir, aunque no por ello había conseguido controlar su rabia.

 Miró a Damon todavía indecisa y  el instinto le dijo que era mejor no andarse con rodeos, así que decidió que sería sincera, por ahora.

 -Cristal necesitaba salir de allí.

 La cara de Damon  era totalmente inescrutable, pero a Caroline le dio la impresión de que entendía.

 -¿Qué es lo que le pasa?

 Caroline le lanzó una mirada gélida y guardó silencio, no estaba dispuesta a contestar, Cristal era su hermana y Caroline preferiría morir antes que exponerla ante cualquier cosa. Ambos se mantuvieron la mirada.

 -Nada bueno.-ofreció Caroline como única respuesta.

 Se produjo un tenso silencio entre ellos, ella acababa de marcar los límites que él no podía cruzar con sus preguntas.

 -¿Sabes quienes son nuestros enemigos?- preguntó Damon rompiendo el silencio, mientras a Caroline se le escapaba un suspiro de alivio, agradecida por el cambio de tema.

 -Sí

 Ante su escueta respuesta Damon se acercó a ella, que continuaba sentada en las escaleras de caracol con la cabeza gacha, la agarró del mentón y tiró de ella suavemente, para obligarla a mirarle a los ojos. La sensación de esa mano fuerte tocando su cara la hicieron estremecer, y trató de apartarse inútilmente. Resignada levantó la mirada, solo para fulminarlo, mientras la pregunta evidente flotaba entre ellos exigiendo respuesta.

 -Créeme, prefieres no saber quiénes son.-susurró Caroline sabiendo de antemano su reacción.

 -Eso lo decidiré yo.

 Caroline se zafó de su agarre y meneó la cabeza en señal de negativa, se levantó bruscamente y él la imitó. Dado que se encontraba dos peldaños más arriba que él, pudo encontrarse cara a cara con Damon.

 -Ya lo has hecho, y no me gusta tú reacción.-volvió a susurrar Caroline.

 -Dímelo -ordenó Damon con voz ronca, mientras la pasión se dibujaba en sus ojos, su proximidad embargaba los sentidos de Caroline, quién sin saber por qué tuvo la necesidad e acercarse a él y descendió los escalones hasta llegar a su lado.

 -Mason Wayland y sus tropas de renegados- dijo Caroline mordaz.

 Damon se alejó de ella dando unos pasos hacia atrás, las facciones de su rostro no mostraban ningún cambio, pero en sus ojos brillaba la incredulidad.

 Caroline no sabía qué tipo de relación tenía él con Mason, pero si sabía quién era este último. Un vampiro encargado de reclutar renegados y ponerlos al servicio de los líderes de la Turva, el Consejo. Solo que esto era un inmenso secreto, pues en las Turvas, o pequeñas células donde se erguían distintas sociedades de vampiros no se vería nada bien, pues los renegados son vampiros que se ha perdido en la sed de sangre, son más fuertes y más veloces pero su espíritu se ha perdido y solo buscan sangre, y eso era algo que podía ocurrirle a cualquier vampiro. Pero este era solo uno de los pequeños secretos del Consejo que cada día era más corrupto a los ojos de Caroline.

 -Eso no es posible- murmuró Damon desde su nueva posición.

 -Lo es, fue él quien ordenó la destrucción del lugar donde nos conocimos y el incendio del taller de coches. Dentro de un par de horas Mason y uno de los líderes del Consejo mantendrán una conversación sobre cuál será su próximo paso y la ineficacia de sus tropas.

 -Mason no me atacaría jamás.-gruñó Damon, la ira estaba reflejada en sus tintineantes ojos dorados.

 -No creo que sepa que sus ataques van dirigidos hacia ti, de hecho creo que ni siquiera sabe que es lo que está tratando de impedir.

 -Me estás diciendo que no sabe a quién se enfrenta y aún así manda a sus tropas, eso no me lo creo.- dijo Damon, su enfado era crecía por momentos.

 -Te estoy diciendo que es verdad, por qué iba a mentirte- gritó Caroline exasperada- te he dicho que no te iba a gustar la repuesta, si no me crees por qué te molestas en preguntar.

 En ese momento Damon la agarró del brazo con más fuerza de la necesaria y la atrajo hacia sí.

 -Él es un hombre inteligente, no un estúpido que dice a todo que sí. Sus tropas serán todo lo reprochables que tú quieras, pero han ayudado a mantenernos a salvo en numerosas ocasiones y Mason no aceptaría un encargo a ciegas.

 -Le amenazan con algo llamado Rubí, no sé qué es lo que significa para él porque viene de su pasado. Pero todo lo que he dicho es verdad-dijo Caroline, ya no sabía que más decirle, intentaba seguir el hilo de la visión pero era muy difícil, no había nada claro con lo que podía pasar después de que informaran a Mason de que "protegerían" a su Rubí.

 La frustración se apoderó de ella y eso la llevó a empujar a Damon, quien la agarró de ambos brazos y la estrechó más contra su fornido cuerpo.

 -Rubí es su hija- susurró Damon.

 Al levantar la vista Caroline vio en sus ojos un gran pesar. Queriendolo borrar pero sin saber cómo, colocó una mano en su cara. Al instante un calor intenso le recorrió el cuerpo. Damon apoyó la frente sobre la suya y se inclinó hasta que sus labios se rozaron. Caroline no quería romper la ternura del momento pero se puso de puntillas y le beso con ardor. La repuesta de ambos fue instintiva, Damon la apretó contra  su cuerpo, mientras enterraba los dedos en su pelo. Caroline sintió como él la agarraba por los muslos, levantándola del suelo y le rodeo la cintura con las piernas. Él la sentó encima de la mesa y la fuente que se encontraba en ella cayó al suelo y fue sustituida por el cuerpo de Caroline, quien había empezado a mordisquearle el cuello a Damon. La pasión se desató entre ellos y de lo siguiente de lo que Caroline fue consciente era de que ninguno de los dos llevaba camiseta. Entonces Damon descendió con una mano por su cuerpo hasta llegar a su cintura y se paró allí donde en la piel de Carolina reposaba una marca, con un intricado dibujo que a simple vista parecía un tatuaje. Y la magia del momento se esfumó.

 Caroline se removió debajo de él intentando poner distancia entre ambos y Damon apartó la mano de su cuerpo como si se hubiese quemado. Desde luego él había reconocido la marca.

 -No es posible. Te esclavizaron.-susurró Damon no fue una pregunta sino una afirmación por lo que no recibió respuesta alguna y entre ellos volvió a caer el silencio.